viernes, 12 de diciembre de 2008

LOS PECADOS DE LA IGLESIA,,, (Novela Cuarta)

En un monasterio situado a las afueras de un pueblo, habitaban un pequeño grupo de monjes. Uno de ellos, el más joven, salió a pasear por los alrededores del monasterio. Durante su efímero paseo divisó a una joven, probablemente la hija de algún labrador de la zona. El monje pecó por sus deseos carnales con aquella mujer, pero más pecó aún cuando estos deseos los llevó a la practica.
La pareja no cuidó ni el más mínimo detalle, sus voces podían ser oídas por todo el que por allí pasaba; con la mala fortuna de que en esos momentos paseaba silenciosamente el abad, que al oír esos gritos se acercó a la celda a escuchar.
El monje escuchó el arrastrar de unos pies, por ello se asomó a un agujero de su puerta, allí vio clarísimamente al abad que había estado todo el rato escuchándole y comprendió que le caería un gran castigo por estar con la joven en su celda.
Se le ocurrió un nuevo pecado, encontró la manera de salir de aquel aprieto.
Salió de su celda y le dio la llave al abad como hacía todos los días, el abad aquí encontró la ocasión de ir a la celda del monje a ver quien era la muchacha y después tomaría partido. Una vez allí, vio la belleza de la joven y decidió que él también tenía derecho a aprovechar aquella situación. Sin pensarlo dos veces se dispuso a ello, con la mala fortuna que el astuto monje lo había estado escuchando todo.
El monje habló con el abad y quedaron de mutuo acuerdo no volver a hablar de lo sucedido nunca más.
Fue así como el monje se libró de un grave castigo.